miércoles, agosto 22, 2007

Patología: Paranoia 2.

En el último tiempo he seguido y he espiado.
Sospecho de una conspiración.
Como ese misterioso informe sobre ciegos que anda rondando por las callecitas de Buenos Aires.
Se trata de un evento magnífico que vendrá a revolucionar lo que hasta ahora conocemos como real.
Están por todos lados.
Unos viven en el departamento 23 de un condominio semi campestre.
Otros se ocultan en los recovecos del tren, leyendo y esperando que el vagón se desocupe.
Incluso he sabido de varios que gozan con el dolor ajeno y maquinan elaboradas vendettas sin sentido.
No se detendrán hasta obtener lo que quieren.
Pero mis indagaciones comenzaron hace un par de semanas y ya han arrojado alentadores resultados.
¿De qué otro modo podría estar al tanto de sus movimientos?
Lo más curioso es que algunos quieren ser descubiertos.
Dejan pistas en pequeños papeles manchados.
O se hacen visibles en lugares concurridos. En horas pico.
Patología: Esquizofrenia 1.

Malditas endemias del yo.
Como debe suponer el lector perspicaz, no hablo ni escribo de esas dolencias corporales que se perciben a ras de piel.
Tampoco hago referencia a una herida que sangra internamente.
Aunque los más metafóricos lo podrían interpretar así.
Quienes busquen una respuesta a sus inquietudes más existenciales, probablemente se sentirán identificados con la vaguedad que aquí intento relatar.
Es que buscamos –sí, tengo el descaro de meter a todos en el mismo saco de papas- hogar en personas, lugares y situaciones no tan acogedoras.
La desesperación lleva a eso.
¡No desesperéis!